Ignacio Encabo - DPA
Número uno del mundo el 2 de febrero de 2004 y número uno a partir de este lunes, 19 de febrero de 2018. Esa distancia que es un mundo, exactamente 14 años y 17 días, es el último hito de Roger Federer, el tenista que flota en el tiempo. El campeón de 20 Grand Slam derrotó al holandés Robin Haase por 4-6, 6-1 y 6-1 en los cuartos de final del torneo de Róterdam y se aseguró un nuevo hito en su carrera. El lunes desplazará de la cima al español Rafael Nadal, que podría recuperar el trono dentro de dos semanas, en Acapulco.
Clásico y moderno, elegante y despiadado, el suizo alcanzó las semifinales de Rotterdam y se convertirá en el número uno más veterano, con 36 años, seis meses y 11 días. Aunque puede verse como una cifra más de su espectacular carrera, que cuenta con 20 Grand Slam, 96 títulos y 1.142 victorias, es un dato tremendamente revelador que ayuda a calibrar la figura del que es, según muchos, el mejor de todos los tiempos.
Los grandes astros de la historia del deporte ya estaban en la cuesta abajo cuando su reloj alcanzó los 36 años. Michael Jordan ganó su último anillo de la NBA con 35, a la misma edad que Michael Schumacher celebraba su séptimo título mundial de F1. Con esos años, a Muhamad Ali le esperaban ya más derrotas que victorias en el cuadrilátero; Pelé agotaba su talento como futbolista del Cosmos y Diego Maradona estaba retirado y envuelto en 1.000 líos. El atleta jamaicano Usain Bolt, la última gran leyenda, puso fin a su carrera con 31 años. Jack Nicklaus marca la única excepción, pero la carrera de los golfistas es muchísimo más larga que la de cualquier otro deportista. Triunfar en el tenis más allá de los 30 no es algo que hayan conseguido muchos. El de la raqueta es un deporte muy físico, que reparte lesiones cada semana, y tremendamente exigente desde el punto de vista mental.
Federer lo ha resistido todo. Empezó a finales de la década de los 90, explotó en 2003, monopolizó el tenis durante un lustro y después aguantó las embestidas de los Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray. “Es un talento súper natural y juega al tenis de una forma muy sencilla”, analizó el ex número dos del mundo Álex Corretja. “Ha gestionado muy bien el calendario y su tenis se desarrolla de una forma fluida. Su cuerpo y su mente están muy relacionados, es un tenista que fluye en todos los sentidos”, elogió el español.
El hecho es excepcional no sólo por el qué sino también por el cómo. Y es que el tenis de Federer parecía agotado ya para los grandes escenarios. Desde que ganó Wimbledon en 2012, pasó 2013, 2014 y 2015 sin levantar un grande. Y en 2016 estuvo de baja seis meses por una operación de rodilla. Y fue en ese momento, cuando parecía que su cuenta de grandes se iba a detener para siempre, cuando revivió en un 2017 de ensueño. Ganó Australia y levantó su octava copa en Wimbledon y únicamente un superlativo Nadal le apartó del número uno.
“Una semana más de número uno o una semana menos no importa, nadie se va a dar cuenta”, indicó Corretja, doble finalista de Roland Garros, y uno de los pocos tenistas que tienen un saldo favorable (3-2) en sus duelos con Federer. “Lo que importa es el hecho de conseguirlo con esta edad. Demuestra que es alguien muy especial, a la altura de los deportistas más grandes, esos cuyos nombres seguirán ahí por los siglos de los siglos”, sentenció Corretja.
Los años no vienen solos y Roger Federer lo sabe. “Esta vez valoro más que otras veces ser número uno”, aseguró. Esta no es una frase de casete: vuelve a ser líder de la clasificación, pero en una situación distinta a todas las anteriores, condicionada por la edad.
En 2004, joven con 22 años, ganaba la semifinal de Australia y alcanzaba por primera vez la cima. “Amo esto; el año pasado perdí la posibilidad y es hermoso lograrlo ahora”, confesó Federer en aquel entonces. Era una etapa de transición; Andre Agassi estaba terminando su carrera y Andy Roddick se encontraba óptimo. Pasaron 237 semanas y la cima le fue arrebatada por Rafael Nadal. Se afianzaron Andy Murray y Novak Djokovic, con quienes dominaría hasta hoy el circuito. En 2009 Federer, a sus 27 años, ganaba Roland Garros y Wimbledon, lo que lo llevaría directo al uno. Ya lo consideraban una leyenda, título que intentaba evitar.
En 2012 su grandeza era amenazada por Nadal, pero Federer, con 30 años, se coronó otra vez en Wimbledon y trepó de nuevo a la cima del ranking. Pasaron 1.933 días y, otra vez Federer, contra todos los pronósticos, a los 36 años mirará a todos desde lo más alto.